La LFP ha tomado la decisión de realizar un cierre patronal, y lo llamo así y no huelga, porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Una huelga la hacen los trabajadores, y en esta ocasión son las empresas las que toman la decisión de parar los trabajos, por lo tanto es un cierre patronal.
La decisión la toman para intentar que no se de fútbol en abierto, en otras palabras eliminar el actual partido de los sábados a las 22:00. Yo no voy a entrar en si hay que tener un partido en abierto o no, lo que tengo claro, es que no es la forma de negociar por parte de los clubes. Si quieren eliminar el partido en abierto, que negocien con el gobierno y los demás partidos políticos, la derogación de la ley de interés publico, que en su día promulgo Cascos. Ese es el camino adecuado, ahí esta la forma correcta de hacer las cosas, primero hay que acabar con la legislación vigente, que obliga a esa retransmisión en abierto, y luego hablaremos del gobierno(como dirían TIP Y COLL).
En estos tiempos tan difíciles para mucha gente, con la situación económica actual, este victimismo de los equipos de fútbol, no es un buen ejemplo para el resto de la sociedad, es un insulto al sentido común. Hace no mucho, en plena guerra por el fútbol(entre MEDIAPRO y SOGECABLE), los equipos de la liga, se posicionaron en favor de televisar partidos en abierto, y ahora realizan un cierre patronal por lo contrario, no tiene ningún sentido.
Incluso en este patético intento de presión, para incrementar sus ingresos por los partidos televisados, los integrantes de la LFP están divididos, y hay varios de ellos(Sevilla, Villarreal, Athletic, Real Sociedad, Zaragoza y Español) que piensan en impugnar el cierre patronal, por sus propios intereses claro. Estos esquipos pretenden presionar al resto, para que el acuerdo en el reparto de la tarta televisiva sea mas generoso con ellos, una lección de como se la gastan los directivos de fútbol.
Espero que el sentido común se haga paso, y al final de todo este sainete, ese fin de semana no se pare la liga, por el capricho de unos pocos de no hacer las cosas como se debe.
